Estos ojos no se cierran
mis parpados no se quieren besar
los sonidos no están presentes
pero no logro descansar .
El reloj me habla,
no me dice nada nuevo
con su maldito vaivén,
y su maldito traqueteo
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Y cuando por fin me desdoblo del ego
Comienza a manifestarse mi inconsciencia
y me habla mi otro yo de vientos del norte
y de naves blancas que vinieron en mi ausencia
Naves blancas, que se alejan de los puertos
con la luz anaranjada que baña a los cuentos
con oníricas bandadas de aves marinas
hasta que llega a tierras vecinas
y la nave ha encallado
y su tripulación yace maltrecha
y al capitán un indio lo ha atalayado
y en el altar un marinero es sacrificado
La nave llegó a tierras extranjeras
y vio tribus ataviadas de plumas y flores rojas
y murieron todos los viajeros
contemplando el mar que sus tumbas moja.
Y vi, que para mi espanto
en mi subconsciente torturado
no me presentaba yo como alegre viajante
sino como indio con un tocado.
Recuerdo que llego la nave
y me pareció extraña
y palidecí al ver la mortecina blancura
de los extranjeros que habían encallado.
Y vestían con la plata
Y mataban con un trueno.
Y se montaban en demonios
que se fundían en un cuerpo.
Y ahora está que tengo miedo,
aunque yacen los hombres blancos fustigados
pues se que por los de su raza
los extranjeros serán vengados
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Me levanto al día siguiente
de mal humor y apagado
y cualquier tarea se me hace demasiado
pues el sueño me tiene amaestrado.
Me siento desconectado de cualquier realidad.
Me siento en un plano extraño y me vuelvo existencial.
No quiero escuchar a nadie sobre nada.
Solo quiero dar la vuelta y desplomarme en la almohada.
No hay luz pero no me duermo.
No hay sonido y sigue igual.
Intento relajarme y las ovejas no se cuentan.
Hicieron huelga pues se cansaron de saltar.
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